Voy a hacer ésto más dramático añadiendo el factor "siempre negativo, nunca positivo". El día de mi vuelta, si algo podía salir mal, salía mal. Enumeración de factores incoming.
Léase oyendo esta canción de fondo, porque lo de "you're never coming home" no paraba de sonar en mi cabeza :(
La pila
Teníamos que comprar Sena y yo una pila para ponerla en su peso y poder pesar mi maleta, que se asemejaba pesada no, lo siguiente. Compramos una pila y no va. Ponemos otra pila y tampoco. Salí de casa con la maleta sin pesar, consciente de que pesaba un quintal y de que me iba a dejar una pasta en exceso de equipaje.
Las cartas de recomendación
El día anterior fuí al despacho de Yunus a recoger unas cartas de recomendación que me iba a hacer, y me dijo que las haría esa tarde y que se las dejaría al Cojo. El Cojo es un asistente de profesores cojo, pero es super eficiente y serio (atributos que escasean en la Bahçesehir). Voy a la mesa del Cojo y (sorpresa) no estaban ni mis cartas ni las de Javi. Me voy a la terraza a respirar hondo con la vista del Bósforo en toda su inmensidad.
La terraza de la universidad
Me llama Marina y me dije que Javi todavía no ha vuelto de Taksim de recoger el título de Salva. Le digo que le espero en la terraza. Pido una cocacola. No hay, sólo en su variedad light. Me pido un Cappy de naranja, y tampoco. Acabo con un Cappy de melocotón que, según su sabor, se podía deducir que llevaba años caducado. Me siento y me resigno a leer cómo va el mercado futbolístico de verano mientras bebo ese horrendo brebaje. Cuando iba más o menos por el fichaje de Quaresma por el Besiktas me llama Marina, que quedamos en una hora en la puerta de la biblio. Me resigno a respirar hondo durante una hora más.
Mi maleta no cierra
Llegamos Fahad, Marina, Javi y yo a mi casa bajo un sol de justicia (unos 40º marcaba el termómetro). Y mi maleta no cierra. Me siento encima, y nada. Se sienta Sena encima conmigo, y nada. Con la fuerza de tres personas conseguimos cerrarla. Eso sí, una de las lengüetas superiores no cierra ni a la de tres. Ponemos celo.
El interminable camino hacia el iskelesi
Javi arrastraba mi maleta. Yo iba con mi mochila de casi 10 kilos, Marina llevaba mi bolso, y Fahad se turnaba con Javi para llevar mi maleta. Cuando íbamos a cruzar peligrosamente la avenida Dolmabahçe, Fahad decide comprar botellas de agua. Cruzamos y le perdemos (quedaban 10 minutos para que el ferry saliera). Llegamos al puerto y llama, preguntando dónde estamos. 5 minutos para que salga el ferry. Para colmo se me queda la maleta encasquillada en la taquilla y el dinero en el akbil se me acaba. Al final conseguimos subir al ferry in extremis, casi mientras quitaban las rampas.
El bus hacia Sabiha Gökçen
El bus estaba en un lugar indeterminado entre el puerto y Haydarpasa. Tras un cuarto de hora lo encontramos y subimos. No tenía dinero para cogerlo, de manera que Marina me deja 3 TL. La cuestión: los buses turcos esperan a arrancar hasta que están llenos a reventar. Y entraban vendedores de agua, de sets de costura, de fruta, y nosotros seguíamos allí sentados. Casi acabo matando a un vendedor ambulante que me tiró una ristra de agua congelada encima.
La llegada al aeropuerto
Llego y faltaban 30 minutos para el embarque. Voy corriendo a embalar mi maleta porque uno de los cierres superiores (esos en los que pones el pin) no cierra. Cuando voy al stand a facturar me pesan la maleta y me dicen "NO". ¿Qué coño "NO"? La maleta me pesaba 29 kilos. Los permitidos eran 20. Y me puse a llorar y a gritar. Estaba llorando mientras le gritaba a la gorda de facturación que no me había pasado dos horas y media intentando llegar al aeropuerto para no poder irme, porque no pensaba volver a España sin todas y cada una de las cosas que habia en la maleta. Yo diciendo que iba a facturarme la maleta quisiera la azafata o no, y ella diciendo "NO". Total, al final la señora que había facturando en el stand de al lado sabía inglés y se pone a hablar conmigo. Le digo que soy estudiante, que me iba ya de vuelta a mi país (muy inmigrante todo) y que no puedo dejar nada porque lo doy por perdido. Además, que me había costado cinco euros embalar la maleta hasta la saciedad en un plástico y que no pensaba volverlo a hacer (no solo por el dinero, sino por el tiempo). La mujer amable habla con la zorra y le dice que me deje pasar. Se gira y me dice que vaya con más cuidad la próxima vez. Yo le digo que no habrá próxima vez (bien dramática). La zorra estaba tan asustada que ni siquiera se dió cuenta de que llevaba dos bolsas de mano que pesaban cada una como un luchador de sumo.
El retraso del avión
El avión se retrasa una hora. Le mando un sms a mi madre para avisarla, pero no le llega y se queda en la bandeja de salida del móvil. Al móvil se le bajan tres rayitas de la batería de golpe. Maldición. Maldición. Maldición.
Entrada al avión.
Éramos 30 mal contados dentro del avión. Ya podría la zorra haber usado un poco de su sensibilidad derrochada en Haagen Dazs en momentos de soledad tales como sábados por la noche mientras ve películas clásicas para dar un poco el brazo a torcer y dejarme pasar con mi exceso de equipaje.
Llegada a Barcelona
Una vez llego a Barcelona me dicen que mi avión se vuelve a retrasar una hora por culpa de la huelga de controladores aéreos franceses. Mando un sms a mi madre para avisarla, se queda otra vez sin mandar y se me acaba la batería del móvil. Cambio la sim del móvil español al móvil turco y el teléfono de mi madre no estaba (está guardado en la memoria del móvil). Llamo a casa, y nadie estaba en casa. Abro los móviles otra vez, consigo copiar el móvil de mi madre en el turco y mando otro sms. No llega tampoco. Mi familia llevaba dos horas esperando en el aeropuerto sin saber qué ocurre. Al menos los de Spanair me dieron un ticket para canjearlo por una cena, para compensar el retraso. En fín, que parecía una desquiciada comiendo un sandwich con dos móviles desmontados encima de la mesa, un poco desesperada.
Llegada a Valencia
A las 11 de la noche llegaba a Manises, siendo la hora prevista las 8. Pero al menos ya estaba en casa :)
Y eso ha sido todo. Cómo no, mi último día en Turquía tenía que ser igual de caótico que la misma estancia. Life goes on.
Léase oyendo esta canción de fondo, porque lo de "you're never coming home" no paraba de sonar en mi cabeza :(
La pila
Teníamos que comprar Sena y yo una pila para ponerla en su peso y poder pesar mi maleta, que se asemejaba pesada no, lo siguiente. Compramos una pila y no va. Ponemos otra pila y tampoco. Salí de casa con la maleta sin pesar, consciente de que pesaba un quintal y de que me iba a dejar una pasta en exceso de equipaje.
Las cartas de recomendación
El día anterior fuí al despacho de Yunus a recoger unas cartas de recomendación que me iba a hacer, y me dijo que las haría esa tarde y que se las dejaría al Cojo. El Cojo es un asistente de profesores cojo, pero es super eficiente y serio (atributos que escasean en la Bahçesehir). Voy a la mesa del Cojo y (sorpresa) no estaban ni mis cartas ni las de Javi. Me voy a la terraza a respirar hondo con la vista del Bósforo en toda su inmensidad.
La terraza de la universidad
Me llama Marina y me dije que Javi todavía no ha vuelto de Taksim de recoger el título de Salva. Le digo que le espero en la terraza. Pido una cocacola. No hay, sólo en su variedad light. Me pido un Cappy de naranja, y tampoco. Acabo con un Cappy de melocotón que, según su sabor, se podía deducir que llevaba años caducado. Me siento y me resigno a leer cómo va el mercado futbolístico de verano mientras bebo ese horrendo brebaje. Cuando iba más o menos por el fichaje de Quaresma por el Besiktas me llama Marina, que quedamos en una hora en la puerta de la biblio. Me resigno a respirar hondo durante una hora más.
Mi maleta no cierra
Llegamos Fahad, Marina, Javi y yo a mi casa bajo un sol de justicia (unos 40º marcaba el termómetro). Y mi maleta no cierra. Me siento encima, y nada. Se sienta Sena encima conmigo, y nada. Con la fuerza de tres personas conseguimos cerrarla. Eso sí, una de las lengüetas superiores no cierra ni a la de tres. Ponemos celo.
El interminable camino hacia el iskelesi
Javi arrastraba mi maleta. Yo iba con mi mochila de casi 10 kilos, Marina llevaba mi bolso, y Fahad se turnaba con Javi para llevar mi maleta. Cuando íbamos a cruzar peligrosamente la avenida Dolmabahçe, Fahad decide comprar botellas de agua. Cruzamos y le perdemos (quedaban 10 minutos para que el ferry saliera). Llegamos al puerto y llama, preguntando dónde estamos. 5 minutos para que salga el ferry. Para colmo se me queda la maleta encasquillada en la taquilla y el dinero en el akbil se me acaba. Al final conseguimos subir al ferry in extremis, casi mientras quitaban las rampas.
El bus hacia Sabiha Gökçen
El bus estaba en un lugar indeterminado entre el puerto y Haydarpasa. Tras un cuarto de hora lo encontramos y subimos. No tenía dinero para cogerlo, de manera que Marina me deja 3 TL. La cuestión: los buses turcos esperan a arrancar hasta que están llenos a reventar. Y entraban vendedores de agua, de sets de costura, de fruta, y nosotros seguíamos allí sentados. Casi acabo matando a un vendedor ambulante que me tiró una ristra de agua congelada encima.
La llegada al aeropuerto
Llego y faltaban 30 minutos para el embarque. Voy corriendo a embalar mi maleta porque uno de los cierres superiores (esos en los que pones el pin) no cierra. Cuando voy al stand a facturar me pesan la maleta y me dicen "NO". ¿Qué coño "NO"? La maleta me pesaba 29 kilos. Los permitidos eran 20. Y me puse a llorar y a gritar. Estaba llorando mientras le gritaba a la gorda de facturación que no me había pasado dos horas y media intentando llegar al aeropuerto para no poder irme, porque no pensaba volver a España sin todas y cada una de las cosas que habia en la maleta. Yo diciendo que iba a facturarme la maleta quisiera la azafata o no, y ella diciendo "NO". Total, al final la señora que había facturando en el stand de al lado sabía inglés y se pone a hablar conmigo. Le digo que soy estudiante, que me iba ya de vuelta a mi país (muy inmigrante todo) y que no puedo dejar nada porque lo doy por perdido. Además, que me había costado cinco euros embalar la maleta hasta la saciedad en un plástico y que no pensaba volverlo a hacer (no solo por el dinero, sino por el tiempo). La mujer amable habla con la zorra y le dice que me deje pasar. Se gira y me dice que vaya con más cuidad la próxima vez. Yo le digo que no habrá próxima vez (bien dramática). La zorra estaba tan asustada que ni siquiera se dió cuenta de que llevaba dos bolsas de mano que pesaban cada una como un luchador de sumo.
El retraso del avión
El avión se retrasa una hora. Le mando un sms a mi madre para avisarla, pero no le llega y se queda en la bandeja de salida del móvil. Al móvil se le bajan tres rayitas de la batería de golpe. Maldición. Maldición. Maldición.
Entrada al avión.
Éramos 30 mal contados dentro del avión. Ya podría la zorra haber usado un poco de su sensibilidad derrochada en Haagen Dazs en momentos de soledad tales como sábados por la noche mientras ve películas clásicas para dar un poco el brazo a torcer y dejarme pasar con mi exceso de equipaje.
Llegada a Barcelona
Una vez llego a Barcelona me dicen que mi avión se vuelve a retrasar una hora por culpa de la huelga de controladores aéreos franceses. Mando un sms a mi madre para avisarla, se queda otra vez sin mandar y se me acaba la batería del móvil. Cambio la sim del móvil español al móvil turco y el teléfono de mi madre no estaba (está guardado en la memoria del móvil). Llamo a casa, y nadie estaba en casa. Abro los móviles otra vez, consigo copiar el móvil de mi madre en el turco y mando otro sms. No llega tampoco. Mi familia llevaba dos horas esperando en el aeropuerto sin saber qué ocurre. Al menos los de Spanair me dieron un ticket para canjearlo por una cena, para compensar el retraso. En fín, que parecía una desquiciada comiendo un sandwich con dos móviles desmontados encima de la mesa, un poco desesperada.
Llegada a Valencia
A las 11 de la noche llegaba a Manises, siendo la hora prevista las 8. Pero al menos ya estaba en casa :)
Y eso ha sido todo. Cómo no, mi último día en Turquía tenía que ser igual de caótico que la misma estancia. Life goes on.