Beşiktaş vs. Fenerbahçe en el Inönü Stadiumu

Nos entró la risa cuando vimos lo baratas que estaban las entradas para ver semejante derby, de modo que el día antes emprendimos la odisea de comprar las entradas. Nos recorrimos toda la calle Istiklal buscando un punto de venta de entradas con la única referencia de que cerca del Liceo Francés CABÍA LA POSIBILIDAD de que vendieran entradas. Christophe, Javi y yo fuimos los elegidos para ello. Mientras, en la oficina erasmus de producía una bonita discusión.

Kasim: No creo que debáis ir al partido.
Raquel: ¿Por?
Esra (nuestra coordinadora suprema): Porque puede ser peligroso para vosotros.
Marina: De todos modos lo más probable es que no queden entradas.
(ring ring)
Marina habla un rato por teléfono.
Marina: Es Christophe, que dice que tiene las siete entradas U

Conseguimos las entradas gracias a un chico bastante guapo que había detrás de nosotros en la cola y que hablaba inglés. El chico había venido desde Londres aposta para ver el partido. Nos explicó cuales eran los mejores sitios y que llegáramos dos horas antes del partido para poder pillar sitio, porque las entradas están numeradas pero la gente se sienta donde le place. El segundo momento LOL vino cuando descubrimos dónde nos habíamos metido…

Alex: Entonces… ¿hemos comprado las entradas en la zona ultra?
Chico mono: En la zona ultra radical.
Javi y Christophe: woooow…

El día del partido salí de casa dispuesta a coger un atajo para evitar la calle Dolmabahçe, porque siempre que hay partido los aficionados llenan la acera. Iba yo tan tranquila por el parque que hay cerca de mi casa, viendo a los aficionados cómo comían simits y eso sentados apaciblemente en el césped, cuando de repente se oye a una muchedumbre cantar desde lejos. Si había cien personas en el parque, las cien personas se pusieron a correr. Claro, cien personas corriendo por la calle no son peligrosas, pero cien personas arrollando a todo el mundo por un callejón empinado hacia abajo es, como poco, acojonante. Yo corrí, igual que ellos. Y cuando llegué a la avenida de Dolmabahçe me quedé de piedra: los aficionados del Beşiktaş habían acaparado los dos carriles de la avenida que van hacia el estadio. Cantaban todos a la vez, ondeaban banderas gigantes y todo eso. Claro, luego toda esa masa que me había arrastrado hacia allí se les unió. Y yo, pues también. Total, iba vestida de negro. Nadie me dijo nada.

Lo que había al final del callejón. Tela.

Llegué al estadio y llamé a Javi para que grabara la llegada de esa marea humana. Nada más llegar todos ellos, la policía los recluyó en una calle. A nosotros también, porque en nuestro afán de integración habíamos comprado unas bufandas del Beşiktaş y parecíamos unos çarşi más. Yo, como iba de negro y pasaba por çarşi sin más, no me atavié. Sólo tengo una bufanda del Galatasaray, y… bueno, no me apetecía recibir por parte de las dos hinchadas. Luego vi que un sinsorgo dos filas más delante de nosotros llevaba una bufanda del Eskişehirspor y nadie le zurraba, pero claro, no es lo mismo. Además, Diogo iba de azulón, y en su caso era imprescindible llevar algo del Beşiktaş. Nos pusimos a esperar a Marina mientras hacíamos cola, y mandamos uno de esos sms que piensas que nunca vas a mandar:

Marina, el autobús del Fenerbahçe va a cruzar a esta orilla por el puente de Ortaköy, y van a venir por el mismo camino que tú. La gente está poniéndose piedras en los bolsillos y cogiendo botellas de cristal para tirárselas. Ve con cuidado. Estamos en la cola.

Hicimos cola, entramos al recinto, nos hicieron un control de documentación, un control de seguridad, entramos uno por uno al estadio (¿quién iba a imaginar que la zona entre la puerta y donde te cogen la entrada iba a estar rodeada de barrotes? Hasta en el techo tenían barrotes, era una jaula aquello) y nos hicieron otro control de seguridad con un cacheo TODAVÍA más profundo. Para profanos, a ningún estadio en Estambul se puede entrar con dinero suelto, mecheros, cerillas u objetos arrojadizos tales como paraguas. Encontramos unos asientos justo en medio del “gol sur” y allí estábamos, a falta de una hora para el partido. Nos hicimos hamijos de los señores de atrás y de la pareja de delante. Y empezó el festival.

El estadio es más pequeño que Mestalla. Por mucho. Pero no se qué especie de acústica mortal tiene que hizo que un estadio medio lleno nos dejara los oídos hechos polvo. Todo el mundo se sabía las canciones, todo el mundo hacía los mismos gestos y todos odiaban al Fenerbahçe. Cuando llegaron los aficionados del Fenebahçe se fueron recluyendo poco a poco en una parte del estadio que está rodeada por vallas y por guardias de seguridad. No había hueco en el que no se viera a un guardia con su chaleco amarillo, todos ellos formaban un cordón alrededor de ese sector. Y, a pesar de que la valla era alta como ella sola, habían dejado las gradas laterales vacías para evitar tentaciones. Pues bien, antes de que el primer fener sentara el culo en la silla los çarşi ya estaban cantando canciones que mandaban al Fenerbahçe a escaparrar como mínimo. Cinco canciones seguidas de aproximadamente 3 minutos cada una cayeron. Luego ya cantaron canciones propias, himnos y demás. Pero al cuarto de hora salió el Fenerbahçe al campo. Nadie sabe por qué.

A la izquierda de la pantalla están los aficionados del Fenerbahçe (donde está la pancarta de los fenerbahçelier). Véase la grada vacía a la derecha. Los de seguridad todavía estavan llevando aficionados a esa grada y no estaban situados.

Salieron los jugadores y dieron una vuelta al campo. Sin calentar ni nada, sólo mirando. Esta vez los aficionados del Beşiktaş dieron lo mejor de sí mismos y cantaron el mismo repertorio de hace un cuarto de hora, pero más fuerte y con más gente. Pese a que habían puesto un túnel que llegaba casi hasta la mitad del campo para que pudieran salir los jugadores rivales sin altercados, les lanzaron tantas botellas que unas cinco impactaron contra algún jugador. Y fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de que sí, los jugadores estaban vacilando al estadio entero, pero llevaban cascos. No oían nada de lo que les gritaban desde las gradas. Y es que por lo que entendíamos las letras eran durísimas. La letra más suave es la de una canción cuyo estribillo es Fenerbahçe, chúpame la polla.

Al margen de lo violenta y faltona que puede resultar la afición del Beşiktaş, muchas veces nos quedábamos impresionados de ver cómo una grada entera se puede poner de acuerdo para cantar la misma canción, cómo miles de brazos se mueven firmemente al unísono para mostrar el dedo corazón al entrenador rival y como un “que bote Mestalla” es una ridiculez al lado de lo que pasa en el Inönü. Cada acción en el partido tiene una canción diferente: una tarjeta amarilla, una falta, un saque de falta especialmente esperanzador, un cambio de jugadores… TODO. Lo cantan todo. Y nosotros no nos sabíamos ninguna canción, y lo único que entendíamos eran los insultos. Cada vez que los de la esquina del Fenerbahçe cantaban alguna cosa, la canción no duraba ni dos segundos. Toda la gente del estadio cantaba otra cosa y les silenciaban.

El Frente Ibérico, haciendo el primo.

Una vez el primer gol fue marcado, todos exigieron iki, iki, iki. Nosotros no nos sabíamos ninguna canción, pero los números sí que nos los sabemos. Y cantamos. Cuando marcaron el segundo gol exigieron uç, uç, uç. Y cuando marcaron el tercero exigir dört era un poco exagerado ya. Faltaban como diez minutos para el final. Y los goles se celebran de un modo bastante extraño, al igual que el principio del partido:

- Mientras los jugadores se están colocando en su posición antes de empezar el partido empieza el himno de Turquía. Todos lo cantan con los dos brazos extendidos hacia delante y con las palmas hacia abajo. Una vez termina, todos gritan una especie de “wooo”  que empieza bajito pero acaba siendo atronador y, cuando el árbitro pita, todos se agachan y hacen “shhhhh”, pidiendo silencio.
- Cuando el Beşiktaş marca se hace una especie de baile que, en pocas palabras, significa “chúpate esa” (por decirlo de un modo delicado) y todo el estadio cierra los puños y sacude el culo hacia delante y hacia atrás Quagmire style (tomatomatoma!). También es costumbre romper las sillas del estadio.
- Cuando un jugador del otro equipo finge una falta la grada le insulta. Si ese jugador no le dice nada a la grada, todo el estadio hace el sonido de una gallina y mueve los brazos como en el baile de los pajaritos.

La parte negativa fue la niebla, porque en la segunda parte en el estadio no se veía un pimiento. Pero claro, aquí a las 4 de la tarde ya se hace de noche, y al estar el estadio al lado del mar… A la niebla se le añadió el humo de las bengalas. Y me pregunto yo: si al entrar te hacen un control tan sumamente exhaustivo que prácticamente comprueba que no llevas nada en el forro de la ropa interior, ¿cómo narices entraron las bengalas?

Actualizaré la entrada con los vídeos con los cánticos, insultos y gente saltando las vallas para pegarse entre sí cuando la cámara de Javi caiga en mis manos.



BREVES

1. Sigo de exámenes. Sí, somos los erasmus más pringados del universo.

2. Hace frío. Mucho frío. Y mucha humedad.

3. Vuelvo a Valencia el 26/01 a la hora de comer.

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